Atardecer, hora del ocaso
un cielo en llamas
rubor adolescente.
La luna pinta en el cerro
su carota blanca.
Brisa, expiración de las ánimas.
El quebracho exuda vahos
de pavura, eriza sus ramas.
Hora de vaciar la cabeza
de las neurosis cotidianas.
Energía liberada al cosmos
vibración sensorial, beatitud
mantras de adoración.
Se abren las puertas de Erk
y las luces ofrecen su ilusión.
Hipnosis, trance, sugestión.
Todo absolutamente todo
vibra en mí.
Perdí los ojos en el cielo
ahora tengo estrellas.
Mañana cuando despierte
qué haré con ellas?
Marilen Zweifel*
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