Florecieron los jacarandáes en Buenos Aires
parieron al fin sus flores ténues de tisú.
El suelo emergió sus dedos de barro
de humus y negra espesura
para acariciar ese don del cielo
llovido en las plazas y veredas,
en brazos, piernas y caderas.
Debe ser el alma de Natura
debe ser la Madre Tierra
perdonando los desmanes del humano
comulgando flores azulinas o tal vez lilas
para felicidad de los hombres
para alivio de sus melancolías
y poner luz en la senda perdida.
Danza ritual del color, camino etérea
para no matar tanto candor, obtener mi perdón,
mitigar las noches de cólera
y ver la sonrisa de la gente
pintada en cada flor.
Marilen Zweifel*
parieron al fin sus flores ténues de tisú.
El suelo emergió sus dedos de barro
de humus y negra espesura
para acariciar ese don del cielo
llovido en las plazas y veredas,
en brazos, piernas y caderas.
Debe ser el alma de Natura
debe ser la Madre Tierra
perdonando los desmanes del humano
comulgando flores azulinas o tal vez lilas
para felicidad de los hombres
para alivio de sus melancolías
y poner luz en la senda perdida.
Danza ritual del color, camino etérea
para no matar tanto candor, obtener mi perdón,
mitigar las noches de cólera
y ver la sonrisa de la gente
pintada en cada flor.
Marilen Zweifel*
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